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memoria David Peña

Encontrar la forma de ampliar una vivienda y taller de cerámica era el objetivo de este encargo. Se reorganizó el programa proyectando una escalera y un volumen de treinta metros cuadrados en una terraza de la vivienda existente.

Por fuera, el volumen blanco es una envolvente continua en chapa sinusoidal con la excepción de tres vanos: una ventana mínima, para el baño; y dos rajas, una vertical en el descanso de la escalera y otra horizontal, sobre la mesada de trabajo del taller. La orientación de estas pequeñas aberturas permite la entrada de luz natural durante todo el día y la posibilidad de las vistas de los árboles cercanos desde el interior.

Se intentó minimizar los trabajos de albañilería y obra húmeda. Únicamente nivelar la antigua terraza y generar in situ un plano para el trabajo de la cerámica en hormigón armado. El resto de la construcción es liviana, un montaje en seco en el lugar.

En el interior, la madera multilaminada resuelve el equipamiento y da calidez al conjunto. El muro sudoeste es una gran pieza de madera de sesenta centímetros de espesor que contiene el placard, una pequeña mesa, lugares de guardado, estanterías y un sistema para contener el cortinado central. En uno de los extremos, las estanterías de esta pieza llegan a vincular la doble altura y a dialogar con la escalera y la puerta de salida al patio.

La escalera se expresa formalmente en el exterior y vincula la obra existente con la nueva. El primer tramo es un plegado continuo en madera, que a la vez conforma una baulera. En el segundo, más liviano, los escalones se sueltan y descansan sobre una estructura metálica.

En el otro extremo del taller, la puerta del baño forma un plano continuo hasta el cielorraso y corta la continuidad del blanco.

Las piezas en cerámica con sus colores y texturas, sus moldes y herramientas deben ser los protagonistas de este lugar. El espacio resultante, un contenedor favorable a las dinámicas del taller.

 

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